Ágata...

Estás sentada llorando ante un valle de flores azules. El mejor jinete te tendió las manos y sin mirar atrás le seguiste. Eras feliz, ¿cierto?, él te enseñó las caras de la luna, nada te preocupaba. Querías estar a su lado. Su sonrisa alumbraba tus noches, sus manos estaban allí siempre para cogerte antes de caer. Siempre le mirabas a los ojos en busca de consuelo. Y eras feliz. Su luz te cegaba, su calor te mantenía viva.

Y todo cambió...

Sus mentiras salieron a tus ojos. Te viste al borde de un precipicio y temiste caer en él. Sus engaños llenaron los vacíos en los que nunca estuvo. Mentira tras mentira, tú tejías una red que te protegiese de él. Pero te golpeó donde más dolía, te golpeó donde está el corazón de verdad. Y con el corazón echo añicos andaste buscando el consuelo de aquellas personas en las que realmente amabas. Vagabas esperando un encontrar una razón, pero esta nunca llegó. Ves a tu reflejo mirando el infinito y lloras ¿Por qué?
Esperas contemplando a la luna llena esperando volver a sonreir. Ahora es hora de volver a mirar adelante y sentir mi mano sobre tu ombro tendiéndote una nueva oportunidad...