Grito Vacío
this site the web

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Otra historia romanticona y feliz

Estábamos felices de reencontrarnos, tú y yo. Hacía tanto tiempo que no escapábamos los dos solos del mundo. Encendiste el motor y ambos nos marchamos a la costa. Una mesa plegable, una vela y un par de fiambreras de comida china para llevar. 

Aparcaste el coche y empezamos como una máquina bien engrasada,  parar la pequeña mesa plegable. Tan felices, tan únicos. Me sonreías y me contabas tu día a día. Yo te escuchaba atentamente cada palabra para no perderme. Intentamos como seis veces encender la vela, en toda cena romántica hace falta una vela. Es el protocolo. 

A cualquier persona normal le hubiese parecido una cosa chalada, celebrar una cena para dos bajo una farola en un parking. Pero nos teníamos el uno al otro y el murmullo del mar y aquella tibia brisa tibia de verano. Tu con shorts y yo con tirantes. Pero lo que más recuerdo era tu sonrisa tan contagiosa. 

No se como te sentías, pero seguro que feliz, como yo. Estaba nervioso, casi tanto como el primer día que nos agarramos de la mano. Tus ojos grandes y brillantes, tan llenos de vida. Pocas veces los he visto así. Mi gran pequeña niña, me sentía completo en ese momento. Hablábamos, contábamos chistes tan nuestros. Aún se me escapa una sonrisa con recordarlo, aunque sea vago y aunque pase mucho tiempo... Estabas muy hermosa con el pelo suelto. 

La verdad pienso que no se por qué escribo esto... Tal vez esté divagando. No me paro en detalles porque para mí, no hay palabras para describirte aquella sensación. Tan dulce y tan cálida. Y aunque ahora el tiempo no nos lo permita, que sepas que esa cena no fue ni será la última. 

Al terminar de cenar, un par de fotos y unos vasos de vino para ambos, bendita pareja. Pasear agarrados de la mano como dos jóvenes amantes que éramos y somos. Con las mejillas rojas y con algún beso recogimos la mesa y los cachivaches. Te veías relajada, cómoda y contenta. Nos agarramos las manos como dos niños inocentes. 

La noche aún era joven. Y sin estar preparados, ambos nos agarramos con más fuerza de las manos, la oscuridad nos rodeaba, pero tú eras mi luna. No necesitaba más para llevarte conmigo hasta lo más profundo de mi mundo...
 

W3C Validations

Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Morbi dapibus dolor sit amet metus suscipit iaculis. Quisque at nulla eu elit adipiscing tempor.

Usage Policies