Siento el calor del fuego quemar mi piel, no duele, la ira quemó todos mis nervios. Siento solo una cálida presencia, prende mis ropas. Una fragancia a muerte envuelve todo mi ser, las quemaduras empiezan a curar. Alargo la mano y siento el grito del mundo, una tormenta de dolor y agonía la que acompaña a esta obra... Sonrío, sopla el viento aún más fuerte y me trae el olor del terror. Mi apetito empieza ha hacerse de notar. Pero mi recompensa está al final del camino, rastros de sangre me lo confirman. Veo sentada a la Muerte sentada al lado del camino.
Cruzo por delante de ella, se levanta y se pone a mi altura, no me detengo. No es la primera vez que me encarga un trabajo. Me da un nombre, un rostro, me da un objetivo. Oh mierda, exclamo. Pero me sonríe, maldito cabrón. Me había dado un espejo en el cual estaba yo reflejado. ¿Así que cabrón ya vienes a por mí? No puedo reprimir una risotada irónica. Pero la rabia me devuelve a la realidad, parpadeo y desaparece. Veo al demonio enfrente a mí. Le agarro con fuerza le miro a los ojos y se burla de mí. Me ofrece un trato, lo rechazo. ¿Intentar burlar a la muerte? No me hacia falta, desaparece. Miro a la luna y el lobo se cruza en mi camino, arreglo mis vestiduras y me arrodillo...
Mi dolor ya no puede ser más terrible, pero veo el final. Meto la mano en el bolsillo y saco una baraja. Empiezo a barajar, me siento con suerte, elijo una al azar. La guardo y vuelvo a andar. El lobo ya volvió dentro de mi corazón y siento el dolor, el hambre y la sed de una alma nueva. Ahora lanzo las demás cartas al vacío. Una nueva obra ha empezado y ya tengo papel. Saco la carta, miro y sonrío. Soy el comodín, no puedo parar de reír a carcajadas, esta vez todo será distinto...
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