Grito Vacío
this site the web

martes, 6 de septiembre de 2011

Arderán, ¿por qué no?

Alzo mis pistolas, sonrío al próximo muerto. Lo desarmo. Poco a poco voy asestando tiros por todo su cuerpo, ni un grito, ni una súplica. ¿Cual de los dos es en realidad el monstruo? Su sangre tiñe el asfalto de rojo. Siento el frío invernal en la mirada de sus ojos. Tantos cuerpos han pasado a mis manos que otro no será diferente. Los muertos no andan, pero este puede correr. Se levanta ante mis ojos, no puedo apartar la mirada de tal acto de fuerza. Parecemos títeres de un marionetista diabólico. Sus movimientos son hábiles, parece que tiene más miedo del infierno que de mí. Me vuelve a mirar a los ojos y entonces me veo que es él quien tiene la pistola, que soy yo es muerto en el suelo. ¿Un sueño o otra realidad? Mis años me juegan malas pasadas. Entonces siento como el olor a azufre penetra en mi nariz. Mi rostro ensangrentado, el plomo en mi sangre y la muerte detrás de mí riéndose. Una bomba, una chispa, un rayo de luz estalla en mi cabeza. Un pensamiento fugaz, un instinto kamikace, algo dentro de mi me pedía a gritos rajarle el cuello. Un torrente descontrolado de ira corría imparable por dentro de mí. Todas mis desgracias, todas las culpas las tenían ellos.
Arderán, todos ellos arderán. Un grito rasga mi garganta, no tengo nada que perder, el asfalto cubierto de sangre, mi sangre. Una canción infantil resuena en mis oídos mientras me abandono.Me levanto, dolores se marchó dejándome con una sonrisa en el rostro. Ya no tengo nombre, no tengo nada ni a nadie. Me los arrebataron, nadie merece vivir en el caos.  Pero es divertido digan lo que digan. Otro tiro, directo al corazón, le miro con lástima y vuelvo a sonreír. ¿Esperas matarme? Hace tiempo que me lo robasteis. Soy un monstruo, soy un demonio y ahora toca vuestro castigo. No pienso, solo siento. Tengo hambre, agarro tu cuello y lo devoro. Tu cabeza rueda por el suelo mientras bebo de tu sangre. La cancioncilla infantil no ha terminado, yo tampoco. Es cierto, ya no tengo sangre, ahora soy veneno. Las sombras jamás estuvieron tan excitadas. Cojo los restos de tu cadáver y los perros callejeros se reúnen a mi alrededor, empiezan a comer de tu cuerpo y a beber de mi sangre. El primero muerde una de tus piernas, pero no mastica ni traga tan siquiera. Ni tu carne sirve como comida. Eres solo un desecho. Tienes una bonita gabardina, tienes cigarros y un mechero. Nada más, ahora es mío.
No se cuando mis heridas se cerraron, solo siento cicatrices por todo mi cuerpo. Las farolas, la lluvia, el frío, ya nada me es rival en esta ciudad. Me pongo la gabardina de cuero negro, enciendo un cigarro y ando a por el próximo que me hizo esta encerrona. Corred, el lobo ha vuelto. Vamos pequeños corderitos lindos, que por una vez más lloverá sangre. ¡LA VUESTRA!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 

W3C Validations

Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Morbi dapibus dolor sit amet metus suscipit iaculis. Quisque at nulla eu elit adipiscing tempor.

Usage Policies