Ahora me regocijo entra la sangre y el dolor, aliñado con gritos de terror. Suspiro para robar algo de oxígeno, se me agota el tiempo y solo se que ahora yo me siento. Las ostias caen desde cualquier lado, pero yo me mantengo diestro con la habilidad de los siniestros. Solo, como hijo de Caín ando por el mundo riendo a carcajadas de las heridas mal disimuladas. Me ahogo entre las piernas de cualquier princesa, le arranco los últimos segundos a la libertad y escapo de la muerte escondido detrás de una farola. No entiendo pero creo que el juego se volvió un tanto fácil. No me basta, quiero sentir como la derrota me agarra, quiero verme con el agua al cuello y demostrarte que aún te puedo.
Acostado en el césped pienso y luego escribo, nada más que un instante de puro placer. Ver la sangre correr, sentir el miedo de la muerte tenerme a su merced. Fui lo que fui, pero no soy lo que quise ser, soy algo que jamás podrá vencer. Mi derrota está predestinada por el destino. Pero yo apuesto por mí mismo....
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