Grito Vacío
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martes, 31 de enero de 2012

Suerte, es lo que me queda

Más rápido veo el mundo, siento que soy el traidor que cambió sus colores por una tonalidad negra que me funde con está ciudad. Pero las latas siguen siendo pateadas por los perros que andan por esta ciudad ya golpeada sin piedad. No tengo palabras para esta situación, el fango, la lluvia y la humillación están corriendo sin detenerse por las alcantarillas. Se marchan, se esconden. El sol, el amanecer. Ella ha llegado a la ciudad, esta vez tengo miedo. No va a tener piedad, pero que remedio me queda. Estoy solo y necesito alguien con quien pasar un rato entre pelea y fiesta. Un instante que pueda mirarla a los ojos, sonreír, secar mi sudor y volver a comenzar a luchar. 

No hay rutina en esta ciudad, en cada esquina hay un ladrón que por un módico precio te rebana el pescuezo de tres formas distintas, claro siempre puedes elegir la tarifa y la manera. Eso es verdad, el crimen que hay es único en el mundo, los salvajes son asesinados como perros. Solo los más preparados viven sin pasar hambre. Sus trajes nos enseñan sus engaños, engaños con los que han ganado el pan para toda vida. Mentirosos que luchan por el pueblo que habita en su propia casa o la reflejada en un espejo. No hay un juego, hay estafa. Una mentira que pudre las almas de esta malvada ciudad que se ha vuelto gris. Los cigarrillos son devorados por fumadores sin piedad entre los cinco minutos de descanso o de merienda. 

No esperes venganza, estamos en su red de araña. Estamos chapoteando en el barro, otros en tierras movedizas y mis favoritos cavan su propia tumba. Tengo miedo, es cierto, pero el ruido desenfrenado de este escenario me emociona, me acelera, me vuelve más bestia. Pero entonces llega la noche, las calles se pueblan de prostitutas honradas, de polis corruptos, de hombres que salen a luchar y otras mujeres que deciden ir a cazar. El mal reina en esta ciudad, es verdad. Mentiría si os dijese que no me ha corrompido, mentiría. Pero en esta ciudad no hay niño que ya no esté condenado, no hay beata que no hayan matado a algún mamonazo. 

Siento asco hacia esta ciudad, también es verdad. El infierno no se puede comparar con los portones de las catacumbas de este lugar. Pero en el fondo amo este lugar, este sitio me ha hecho como soy. Me ha hecho mirar mis manos, me ha hecho despertar. Los casinos fueron mi recreo, las calles el colegio y me gradué en los corredores de diferentes prisiones. Pero entonces llega la noche, música, insultos, la vida se vive como el último día fuese hoy mismo, en la ciudad del pecado no hay un día para aburrirse. Así que te invito a venir, a venir a mi ciudad, la ciudad del infierno, la ciudad del juego, la ciudad del pecado, la ciudad conocida como...

Sin City

2 comentarios:

  1. Me gusta jeje mucha razon en todo lo que dices.
    Y lo de los trajes soy yo o va por Camps? jajajaj

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