Grito Vacío
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sábado, 7 de enero de 2012

¡Truenos, se avecina una tormenta!

En silencio me preparo para afilar mis espadas y reparar mi escudo y atarme las de más protecciones. No puedo avanzar. Al oír el estrepitoso tambor y veo como las carnes se excitan ante la batalla. Un lobo me mira desde lo arriba de la colina.
Una luna menguante nos esconde hasta llegar al campamento enemigo. Mis hombres se esparcieron, me dejan solo. Era parte del plan. Avanzo a tientas y saco mi cuchillo. Una sombra se mueve y yo me unos a sus serpenteantes curvas. El olor a sudor impregna el ambiente. Delante, una mujer de cabellos de la noche, sus ojos infinitos me miran como si mi manto de oscuridad no existiese. Pero de sus ojos había una chispa que me encendió.
Entró a la tienda más grande, ahí iría yo a parar. Era hora de actuar. Mi rugido despertó a mis hombres y como lobos empezaron a cazar. Me pongo delante de aquella tienda, dejo mi espada, mi escudo. Me cargo con rabia, pasión y una gran sed de venganza. Abro la tienda y tendido en el suelo encuentro el cuerpo de aquel que fue mi enemigo. Delante de él estaba la mujer a la que mi corazón la había intentado mirar. Su rostro de marfil, adopto un gesto felino. Limpiándose la sangre avanzó hacia mí. Sus caderas bailaban al compás de la perdición. Una sombra del tiempo, una diosa depuesta. Su sangre maldita me excita, el roce de su piel me llena de vida.
Un sabor dulzón de sus labios me sumió en su profundo sueño.

Al despertar encontré su mirada, solos en medio de la montaña. Sus cabellos de la negrura de la noche me hipnotizaron. No había nadie, ni hombres ni cadáveres. Solo el murmullo del mar y los secretos escondidos en una caracola. Perdido, pero con el corazón lleno de vida. La miro delante de mí, sentada. Y cuando la acaricié...

Los recuerdos fluyeron al compás de la melodía. La sangre de mi rival, la tienda, todo convertido en un mar de llamas. No hay ninguna mujer, se el camino. No tuve suerte, era algo predicho, algo ya escrito. El placer de la orgía de sangre, mis hombres ardiendo, mi sombra sonriendo con una espada de hoja negra. Las llamas del placer consumieron todo mi alrededor. Una brisa mi hizo girar, el grito del mar. Y echar a correr...

Estas sobre la piedra inmóvil en tu funda de piel dragón. Empuñadura de cuerno de demonio. Hoja de la guadaña del segador. Ligera como la pluma del ángel. Hoy tengo algo que decir mi querido mundo...

TIEMBLA

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