Eres la suma de mi mundo, un suspiro en el olvido, oh mujer
de agua. ¿De qué pecaste? ¿Por qué te dejaste encerrar en esta prisión más allá
del oeste? Ningún caballero te vendrá buscar, esto va más allá de los cielos,
esto es un castigo de nuestro infierno. Lágrimas de azúcar, hacen quebrar mi corazón
al verte llorar. Enfrente de mí estas tú. Detrás de ti se extiende la libertad
de mi barca.
Mi vida de río pronto desembocará, mi alma de agua pronto se
evaporará. No conozco lugar más allá de estos barrotes, pero en tus ojos he
visto los océanos, he visto los ojos del cielo, he visto el odio y dolor, he
visto amor…
Sentado en mi camastro miro el techo gris, las nubes cubren nuestro cielo del mismo color, pero la única diferencia es que tu trabajas aquí. Y por mi escasa comida se pelean dos ratas que se escabullen entre los barrotes de esta patética celda. Cuento los días que han pasado, ya no me queda espacio en la pared para marcar el nuevo amanecer.
Me siento impasible, no siento dolor, no siento amor. Mis heridas cicatrizan mientras sentado en medio de mi celda el tiempo transcurre imparable como una bestia bajo la luna llena, salvaje, bestial... Yo quería ser libre, quería solo correr, que me quitasen esta correa que ahora me está degollando suavemente.
Un sentimiento frío me envuelve, es diferente. No es malo, no es bueno, es diferente. No mira, siente. No toca, agarra. No piensa, reflexiona... Las heridas están cicatrizando, mis callos me han endurecido la piel. Mis huesos están entumecidos. Ahora he de luchar, no pienso perder aquí encerrado, mejor morir en pie que ser arrodillado....
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