Mi alma tiene hambre y sed de ti. Las noches sin ti son eternas y temo perderte en cada esquina, el miedo se ha instalado en mí y conservo tus recuerdos bajo la llave de oro de mi corazón. Estoy harto de ver tus preciosos ojos tras unos cristales oscuros. Estúpida, ¿Por qué los ocultas? No los escondas de mí, si lo haces ya no tendré donde esconderme de la vida. La muerte me persigue, pero ahora tengo un motivo por el cual ahora debo huir, eres tú. Si te cantase una canción la haría sin palabras, solo con el latir de nuestros corazones. Quiero posar mis labios en tu mejilla como un chico inocente pero acabo devuelta a tus suaves labios. Yo soy un niño que aprendió a ser adulto antes de hora y por eso mi diferencia al resto del mundo; mientras que chiquillos inquietos compran su cajetilla de tabaco para sentirse grandes, yo sigo jugando en el parque atrayendo sonrisas inocentes, y entre todas ellas la tuya me cautivó. Ya no hacía sonreír a los demás sino a ti. Tu alma aun sigue inocente, impoluta ante el paso de los años. Mantente en tus trece, porque así la gente te querrá y yo te seguiré amando. Tu vestido blanco sigue siendo elegante y bonito al igual que tu corona. Pero te traigo unos vaqueros y una camiseta, para escandalizar tu reino de orden. No somos perfectos, somos polos opuestos por ello nos complementamos, ¿No crees?
El cielo te arrancó de mis manos y entre lágrimas sonreí al destino haciéndole ver que no volvería a caer, esto ya no era una pelea de críos, era entre él contra mí y no voy a permitirle verme flaquear, voy a demostrarle que lo que me hiere me fortalece. El segundo que golpea, golpea más fuerte, ahora me toca, lo siento, no es personal…
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