Memento mori...

Me estoy haciendo viejo. Veo mi alrededor y veo como la muerte se me insinúa poco a poco. El silbido de su guadaña resuena en mis oídos. Mis hermanos y hermanas han caído. Sus garras, sus manos huesudas arrebatan sin duda alguna las almas de aquellos a los que amé y odié.

Un pedazo de mi ser desaparece al mismo tiempo que un amigo muere; muero cuando veo morir a cualquier componente de mi circo. Es triste ver como eres tú el último en desaparecer. Eres testigo de todas las muertes. Eres oyente de las palabras mudas, palabras que se perdieron olvido, pero que resucitamos. Es sencillo.

Hola hermano. Gracias por tus sentimientos, por esos momentos en los que estuviste ahí. Casi pierdo si no hubiese sido por ti...

Esas son las palabras que el mundo me dice siempre que muere. Son las palabras que me susurran al oído, las que me trasmiten cuando me acarician. Me queda poco tiempo, solo me queda lo mismo que mi cigarrillo, maldito vicio. Suele ser divertido de ver, o eso pensaba antes de participar en el huracán.

Todos somos pedazos de carne con sentimientos, con la capacidad de ser libres dentro de nuestra condición.  Bailamos al compás de una canción. Cada uno lo hace a su manera. Me he cansado, es hora de que el disco sea cambiado, es hora de golpear donde más duele a nuestra hermana muerte. Si me tengo que ir al mismo sitio que los demás, será ofreciendo un bonito espectáculo. Preparad los aperitivos que esto va ser interesante. Esto va ser brutal, preparadme un banquete, entraré con las mieles de la derrota, pero con el alma de fuego, ya que al menos le he asestado un par de mandobles. Chicos, chicas, que comience el último asalto....