El amor se cierne sobre mí, como una cuchilla mal afilada y dispuesta a cortarme en mil pedazos. Mis recuerdos acompañados por mis sentimientos me contemplan sentados en el patíbulo de mi alma, observan la macabra actuación, es divertido, al menos disfrutan. Mi verdugo es la locura, me sonríe e intenta consolarme, es una lástima, no llega a conseguirlo. Mis recuerdos empiezan a reír, empiezan ha aplaudir, y muchos entonan alegres canciones mientras bailan. En el instante en el que el verdugo unde la guadaña en mi cuello, mi cabeza cae en un cesto, el verdugo se quita la máscara y resultas ser tú, empiezo a reír a carcagadas mientras ruedo por el suelo como un balón. Has penetrado en mí, como el veneno de una serpiente, profundo y letal, es una sensación de placer y dolor que a días de hoy sigo sitiendo y me divierte la idea de volver a saborearlo. Este veneno no tiene más cura que tu corazón, que me fue vetado por el cielo y más importante, por ti. Espero a que mi hora llegue, mientras, sigo riéndome de esta macabra ironía. Tú fuiste la que me dio la vida y fuiste tú la que me la arrebataste. Ahora solamente puedo decir: JUJUJÚ...
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