Afilar mis cuchillos, sentir el calor de los fogones en su esplendor. Ahora me enfrento ante mis ingredientes, lástima que aún estén vivos. Caliento mis manos, miro y pienso. ¿Dónde habré puesto el caos? Sonrío al abrir mi despensa y encontrar mi vieja petaca entre botellas vacías. Sonrío, la melancolía vuelve. Otra vez, mierda...
Observo desde la ventana como el frío se acerca más cada vez que amanece. Me vuelvo y veo mi cazadora, cuantas noches hemos estado juntos, cuantas noches hemos vagabundeado y sentirme libre sin poder decir que era alguien. Mis aventuras me llevaban a lugares fríos, a lugares donde tristes personalidades se escondían de la luz para dejar paso a grandes y verdaderos luchadores, a gente con adrenalina en la sangre, verdaderos amantes de la vida.
Recuerdo como muertos en vida me miraban desafiantes, pero yo me reía delante de ellos, saltar y volver a volar. Poder correr y sonreír ante el odio de los que intentaban cortar el paso. Era el malo a los ojos del mundo, pero lo que ellos no saben era que yo soy diferente y por eso no significa que fuese malo. Estaba feliz al ver que me tenían en el punto de mira, era su objetivo y pensaba en dar guerra, el resultado me daba igual, ¿qué tenía que perder? En ese entonces nada...
Sonrío, me pongo la cazadora, me calo mi sombrero, lleno mi petaca y empiezo a jugar con la lengua con un palillo. El viento me azota, miro a los nuevos perros de esta maldita ciudad, mi sonrisa desaparece, mi rostro se ensombrece, ahora esto no es por diversión, es un deber. Miro al cielo, espero que algún día alguien me entienda, pero creo que no será en esta vida...
Afilo mis cuchillos, bago por las noches y veo como la mierda se amontona, pero que más me da, yo soy como ellos. Alzo de nuevo la mirada y la agacho de nuevo, tres sombras me rodean. No precisamente buenas personas, pero yo tampoco..........
Observo desde la ventana como el frío se acerca más cada vez que amanece. Me vuelvo y veo mi cazadora, cuantas noches hemos estado juntos, cuantas noches hemos vagabundeado y sentirme libre sin poder decir que era alguien. Mis aventuras me llevaban a lugares fríos, a lugares donde tristes personalidades se escondían de la luz para dejar paso a grandes y verdaderos luchadores, a gente con adrenalina en la sangre, verdaderos amantes de la vida.
Recuerdo como muertos en vida me miraban desafiantes, pero yo me reía delante de ellos, saltar y volver a volar. Poder correr y sonreír ante el odio de los que intentaban cortar el paso. Era el malo a los ojos del mundo, pero lo que ellos no saben era que yo soy diferente y por eso no significa que fuese malo. Estaba feliz al ver que me tenían en el punto de mira, era su objetivo y pensaba en dar guerra, el resultado me daba igual, ¿qué tenía que perder? En ese entonces nada...
Sonrío, me pongo la cazadora, me calo mi sombrero, lleno mi petaca y empiezo a jugar con la lengua con un palillo. El viento me azota, miro a los nuevos perros de esta maldita ciudad, mi sonrisa desaparece, mi rostro se ensombrece, ahora esto no es por diversión, es un deber. Miro al cielo, espero que algún día alguien me entienda, pero creo que no será en esta vida...
Afilo mis cuchillos, bago por las noches y veo como la mierda se amontona, pero que más me da, yo soy como ellos. Alzo de nuevo la mirada y la agacho de nuevo, tres sombras me rodean. No precisamente buenas personas, pero yo tampoco..........
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