Grito Vacío
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sábado, 11 de febrero de 2012

sin título

Noches en las que busco un trozo de realidad, alguien que quiera escuchar y golpee mi silencio. Soy mudo y tengo mucho que decir. Soy manco y aún así he aprendido a escribir. Quiero ser tu héroe esta noche. Quiero ser luz y pudrirme en la oscuridad. Quiero que llegue el agosto, esconderme entre las olas, quiero correr, esconderme y ver como nadie se percata de mi ausencia.

Me aíslo del mundo, subo el volumen. Miro el cielo, miro el mar Mediterráneo. Impasible a mis problemas. ¿Pero que espero? Pues creo que al amanecer. Me pierdo por la costa. No oigo a nadie, nada. Las canciones fluyen, mis pensamientos se callan. Quiero olvidar, quiero volver al pasado. Quiero el cielo y me conformo con un puñado de tierra. No soy príncipe, soy sensiblero de biblioteca. Tengo algo de razón al ver que mis heridas son patéticas. No tengo razones para andar por esta playa. Me ahogo con el aire, necesito mi corazón. Después de un año he necesitado el impulso de volver a tenerlo. Pero ya es tarde.

La luna se esconde, no me siento poderoso. Me he vuelto humilde, el tiempo me ha golpeado porque jugué en su contra y hoy soy su discípulo. El viento me mete la arena en los ojos. No puedo cambiar el mundo, eso lo se. Pero tampoco el mundo me puede cambiar a mi. Así que juntos bebemos una cerveza, el primero que se la termine paga la cuenta con el destino.

Silencio, se rueda la mayor mentira contada. Un hombre sentado en su alféizar mira la calle. Se siente contento, pero hoy tiene ganas de volver a bailar. Carnaval, disfraces, máscaras y acción. Los muertos danzan sobre sus tumbas, pero la soledad se esconde en el amanecer del nuevo día. Hoy ha querido correrse una buena juerga, lástima que haya muerto tirado en el callejón a manos de un ladrón. Gran soñador perdido entre los locos de esta vida.

¡Callad! Gritó la princesa desde su balcón. La ciudad era suya, se sentaba en su sillón de marfil donde su padre se sentó antes de caer enfermo y morir por el veneno de su hija. Pero la niña, princesa en el nuevo día, se enciendo otro cigarro. Su elegante silueta baila al compás de su putrefacta ambición. Quiere vivir otra orgía, una como la de anoche. Quiere volver a sentirse llena, quiere gozar cada noche del calendario. Así que se mira al espejo y teje su nueva máscara de cazadora.

Un vagabundo sentado en un parque a las cuatro. Era jueves y como otros muchos días ya no acudía. Estaba cansado, sus días tocaban a su fin. Demasiadas preguntas, nadaba en un mar de infinitos pensamientos. Eran casi las cinco y media y miraba fijamente la estatua. Se levantó. Cansado, asqueado. No tenia nada porque nada tuvo. Se ató los cordones, el verano llegaba y el calor le daba las fuerzas que ahora iba a necesitar... 

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