Grito Vacío
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miércoles, 23 de mayo de 2012

Y ya falta menos

Las heridas han comenzado a cicatrizar. Ha sido una noche agitada, pero sigo de nuevo en el barco. No me quedan más balas. Vuelvo al mástil y dejo colgada mi capa a modo de bandera. Tengo que echar una cabezadita, pero los cuerpos están en los camastros. Hoy solo se ha despertado media tripulación. No entiendo como puede moverse el barco por si solo. Diría que es cosa de brujas o del diablo, pero no creo en esas cosas.

Me saco la pitillera y me lío con mano diestra otro cigarrillo. Hace siglos que no consigo dormir. Dejo mi pistola encima de la mesita al lado del timón. Hoy quiero ver el desierto, como si hubiese algo más que mirar. Hoy he encontrado otra botella de vino. Doy un sorbo y continúo escribiendo sobre mi destino. Escribo sin evitar pensar tu nombre y no puedo evitar suspirar. Me río y me doy una vuelta por cubierta.

Prometí jugar hasta que la muerte me alcanzase. Hacerme fuerte y vencer al destino que regía mi tierra. Pero sigo encerrado en la prisión de sus tierras. Prometí ser original y morder a aquel que no me dejase respirar. Cortar mis alas y bailar como el diablo en la cuerda floja. Decidí luchar como el cáncer de mi sociedad y rebelarme. Sustituí mi corazón por unas espinas y volver a levantar mi espada y rebanar pescuezos sin despeinarme. 


Amante del amanecer, maestro de calles y callejones. Enamorado del veneno y de la droga. Ser libre y precipitarme con mi capa y mi sombrero. Visitar tabernas y dejar preñada a la puta de la vida. Llorar en cualquier acera y afrontar la realidad sin mirar atrás. Cubrir de acero mi piel y no venderme a cualquier precio. A agarrar mi pistola mientras me tumbo en la cama. Compartir el dolor y ser otro amargado. Sonreír hasta la saciedad y burlarme de las piedras del camino. Arrodillarme y rodar. No someterme al yugo de la soledad. 


Cazaré camellos, cultivaré veneno y se lo daré el sol. Saltaré desde un rascacielos para escupirte en un ojo. Dispararte por la espalda mientras de tu boca aún quede una calada...

Pero de mi tierra fui escupido. Estoy castigado a ir marcado por la desdicha y una calavera con una rosa. Mi sombrero y gafas de sol siguen en mi mesa. Otro sorbo de vino y mato la melancolía. Estoy más cerca de mi tierra. Me he redimido, es cierto, pero solo he vuelto en busca de venganza. 

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