Y cuando la ciudad se cubre de nubes y llueve, se confunden las lágrimas con las gotas de lluvia. La gente se lamenta y ni lo entiende. Sencillamente quiero desaparecer, borrar mis huellas... Pero he de lamer la herida, beber a la nueva luna. A esconderme entre las farolas, besar el cemento y gritar que hoy vuelvo a sentir un corazón latir. Dije que quería estar solo y vi, que era cuando más necesitaba una mano. Recuperé las ansias de sonreír de verdad, a dejar de mentir y ver que nada me puede retener.
Miradme, sigo en pie. ¿Pero de qué me vale si sigo aquí parado? No tengo lugar al que llamar hogar. Llamadme lo que queráis, no será la primera vez que lo oiré ni la última. Muchos me han juzgado, otros han intentado ejecutarme... pero a diferencia de ellos yo sigo escuchando los corazones latir. Me miro al espejo y veo que estoy desmejorando, que los edificios se hunden que no queda ni un banco donde sentarse. El tiempo transcurre y lo sabes. Solo se escucha el llanto de la tierra. Y ahí estás, en medio de nada. Mirándome, pidiéndome que dé otro paso, que me acerque. Un paso mío, dos tuyos. Uno adelante, otro atrás. El miedo me pesa y el orgullo me engulle. El frío se sienta en mi pecho y el dolor hurga en el resentido corazón.
Tomándome un ron con cola en tu honor, veo que solo puedo decir un triste "lo siento". No quise meter a nadie en esto. Es mi problema y no he de pedir nada a nadie. No he de llorar otra vez. No podré mirarte a los ojos y sin dejar de ver un pequeño destello de decepción. Las hadas solo existen en los cuentos. En el mundo real tampoco hay buenos ni malos, es demasiado complicado. Todo es distinto y nada es igual. Volveré a mirarte, volveré a estar sentado a tu lado con cara de idiota por toda esa ayuda que me has dado.
Muchas gracias.
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