Y decidme quién me puede mirar a los ojos sin apartar los suyos. Saltar me emociona tanto que me dejo llevar y siento el viento elevarme al cielo mientras nuestro mundo se hace más pequeño o dudar si yo me hago más grande. No tengo miedo de caer, esta vez me agarraré a una nube y me haré un caballo espumoso. Cabalgaré entre los rayos y las lluvias que en otros tiempos me hicieron llorar. Soñar con tener un nuevo reino con el que poder jugar y apostar por quien morirá antes. He perdido tantas veces, les debo el cuello a tantas personas que ahora no tengo nada mío y menos la hora.
El pasado y el presente entrarán en batalla, me muestran sus armas. Afiladas espadas, escudos capaces de soportar el peso de un dragón. Mi único aliado es el futuro que con fuerzo empieza a crecer. No lo voy a permitir mermar. Ahora vamos a estrechar lazos con la muerte, vamos a ver quién bebe más cerveza y vino de su cantina. Veamos quién puede cortar el cielo con su espada y saltar de cabeza al infierno para traer unas costillas asadas. Luchemos por ver quién puede beber la hidromiel de las preciosas ángeles que vigilan nuestras disputas sonriendo a ver quién las besa primero.
Sentado bebiendo vino, mi rival empuña su espada, yo afilo mi pluma, saco un tintero y papel. Sonríe, odio cuando se creen superiores. Se lanza al ataque y furtivo esquivo su estocada llena de orgullo. Entonces se vuelve a abalanzar sobre y le tiro la tinta a los ojos, clavo mi pluma en su mano derecha y lo inmovilizo. Me mira atento, cojo el papel y se lo meto el papel en la boca y le tapo la nariz ahogándolo. Suavemente y de manera elegante la pluma vence a la espada. Su cuerpo inerte en el suelo mira el techo de la habitación. Le hago un corte en la mano donde le había clavado la pluma y escrivo mis últimos versos. Es hora de avanzar, cae la noche y muchas cabezas van a rodar...
El pasado y el presente entrarán en batalla, me muestran sus armas. Afiladas espadas, escudos capaces de soportar el peso de un dragón. Mi único aliado es el futuro que con fuerzo empieza a crecer. No lo voy a permitir mermar. Ahora vamos a estrechar lazos con la muerte, vamos a ver quién bebe más cerveza y vino de su cantina. Veamos quién puede cortar el cielo con su espada y saltar de cabeza al infierno para traer unas costillas asadas. Luchemos por ver quién puede beber la hidromiel de las preciosas ángeles que vigilan nuestras disputas sonriendo a ver quién las besa primero.
Sentado bebiendo vino, mi rival empuña su espada, yo afilo mi pluma, saco un tintero y papel. Sonríe, odio cuando se creen superiores. Se lanza al ataque y furtivo esquivo su estocada llena de orgullo. Entonces se vuelve a abalanzar sobre y le tiro la tinta a los ojos, clavo mi pluma en su mano derecha y lo inmovilizo. Me mira atento, cojo el papel y se lo meto el papel en la boca y le tapo la nariz ahogándolo. Suavemente y de manera elegante la pluma vence a la espada. Su cuerpo inerte en el suelo mira el techo de la habitación. Le hago un corte en la mano donde le había clavado la pluma y escrivo mis últimos versos. Es hora de avanzar, cae la noche y muchas cabezas van a rodar...
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