Ya
había empezado a anochecer cuando Irandi y el chico habían encontrado una
casucha a media hora de las murallas. El chico había recogido unas plantas y
habían atrapado una pequeña liebre. Mientras el niño preparaba una pequeña
hoguera, Irandi lo observaba muy detenidamente. ¿Por qué Shiin había decido
llevarse a ese niño?
Shiin
no era el tipo de persona que le guste relacionarse con la gente, menos con
niños.
-Niño,
acércate -dijo el sacerdote moviendo la mano, solo podía intentar una cosa-.
El
chico se acercó y lo miró a los ojos. El sacerdote sentía que algo no iba
precisamente bien. Decidió ignorarlo. Lo inspeccionó con las manos, el chico
estaba muy delgado. Aun a pesar de eso, el chico no era un enclenque. El chico
parecía estar sano.
Lo
que más le inquietaba, eran aquellos ojos oscuros del chico. Necesitaba
descansar, pero aquello le molestaba. Le agarró las manos y empezó a emitir
pequeños impulsos de magia.
-Estate
tranquilo, puede que duela, pero no tardaré mucho.
Existen
dos tipos de personas, los que pueden canalizar la magia y los que no. Dentro
de aquellos que podían canalizarla, existía gente que no podía usarla. Esta
gente si no era tratada, podía morir por envenenamiento de magia. Según sus
conocimientos, estas personas desarrollaban ciertos problemas. Algunos quedaban
ciegos, otros no hablaban…
A
medida que profundizaba en el cuerpo del muchacho, más curiosidad sentía. El
chico tenía compatibilidad con la magia. Los impulsos mandados no se atenuaban.
Era increíble con qué facilidad se transmitían. Pero todo se estaba volviendo
oscuro, Irandi se estaba aproximando al alma del chico. Cuando intentó
sondearla, algo le bloqueó como un gran muro, rebotó y fue expulsado con
violencia.
Aquello
había sido muy extraño. No era natural. Si Shiin había visto esto… Cuando se
incorporó, vio al chico en el suelo. Tenía convulsiones. Rápidamente se acercó
a la bolsa de Shiin y sacó el tintero. Usó una gota y la mezcló con agua para disminuir
la dosis. Le dio de beber como pudo. Lo abrazó con fuerza hasta que se calmó.
Lo acostó al lado del fuego y se sentó a su lado. Algo dentro del chico estaba
consumiendo su magia. Algo o… alguien.
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