Grito Vacío
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lunes, 8 de mayo de 2017

Otro relato corto (13)

         -Mi nombre es Irandi, soy amigo de Shiin -dijo poniéndose la mano en el pecho el sacerdote-. No me queda nada de poder y así no podemos salvar a Shiin. Seguramente esté encerrado en una de las celdas subterráneas de la Iglesia.

            Aquello era demasiado complicado, pensó Irandi. Aquel hombre de la armadura, no tenía pinta de estar por casualidad. Shiin ya era buscado cuando se conocieron, eso significaba que la Iglesia de verdad lo quería muerto. Ellos no escatiman a la hora de mantener encerrado a alguien. Él lo sabía muy bien, había ayudado en diseñar esas celdas. La única opción era esperar a que lo ejecutasen. Con un poco de suerte, tendrían aún dos días. El primer día le absorberán su magia, para evitar que se fugue. En la mañana del segundo día, le preguntarían si desea confesarse y al anochecer sería decapitado.

            Sería durante el segundo día que intentarían algo. Él estaba aún débil y no sabía el alcance del aprendizaje del niño. Las cosas estaban muy negras. Ahora solo necesitaban buscar refugio.


            -Hefesto, según mis lecturas, el tipo que te golpeó se ha dividido. Seguramente sea un señuelo.

            -Evidente. Las presas suelen dejar rastros falsos cuando están débiles. Con muy poca suerte, el depredador si es joven e impulsivo… Lo más seguro que siga el más evidente.

            Hefesto estaba detrás del sacerdote Axel. En frente, tenían un papiro donde una falange de su armadura vibraba y daba vueltas.

            -Toma, otro trozo de mi guantelete. Este también tenía unas pocas gotas. Dividiré a mi guardia en dos grupos. Contaré en que usted nos proveerá algo de apoyo. Este tipo es muy peligroso.

            - ¿Tanto? Sé que es un hereje, pero lo he visto alguna que otra vez cuando era novicio. Solo era capaz de sanar animales pequeños y reforzar algunas armas.

            -Ese tipo arrasó la aldea Vigía. No se encontraron más que tierra quemada. Ni los huesos de sus víctimas, ni sus huellas quedaron. Pensamos que se inmoló como acto desesperado de sus experimentos. Pero cuando lo vi esta mañana… Supe enseguida que era él. Algo más joven, pero era él.

            -La aldea Vigía… recuerdo aquello. Llegaron noticias de una gran explosión. No sabía que hubiese sido él. Entiendo, entonces es grave. Enviaré una petición a la Iglesia de la Madre. Ellas pueden proveeros de mayor apoyo que los inútiles que hay por aquí. Diga lo que diga el obispo Augusto, ellas tienen mayor poder que nosotros aquí.


            -Hola Shiin…

            La pared de piedra mellada se había abierto. Una monja estaba allí parada frente a él. La luz exterior, aunque era tenue, hacía que los ojos le ardiesen. No podía vislumbrar su rostro.


            -Solo vengo a decirte dos cosas. No hace falta que te diga quién soy. Vengo a decirte dos cosas. La primera, cierta persona peligrosa y amigo tuyo está buscándote. Va acompañado de un niño… Que desgracia de chico… La segunda es, van a adelantar tu ejecución. Eres un apóstata, tú no mereces ningún perdón. Adiós monstruo.

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