Grito Vacío
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sábado, 21 de abril de 2012

En cualquier lugar

Los recuerdos se representan con imágenes, con palabras. Así que voy ha continuar, esta vez nada de empezar de cero. Reír desde el suelo y darle otra calada a mi cigarrillo. El calor del sol sustituye al frío de la soledad, pero hoy quiero algo de beber. No me siento a gusto. Tan siquiera es agosto y este calor es pegajoso. No se nada sobre nadie, estuve fuera y todo siguió su curso sin mí. Vamos a improvisar una escena, tranquila tampoco quiero que mires.

Hoy el destino y yo hemos cambiado de juego, el ajedrez es demasiado largo, las cartas dependen demasiado del azar. Así que hemos decidido ir a jugar a billar. Talento, suerte y elegancia. Pero en el bolsillo interior de mi cazadora aún está esa carta, el comodín con cabeza de pájaro y cuerpo de bufón, que me dieron al embarcarme en este reto.

Me río de este reflejo, pongo las bolas de marfil en juego. Siempre tuve predilección por las ralladas, pero me encanta la bola 1 y su color amarillo liso. Un trago de mi cerveza y coloco las bolas, miro el tapete. Me gusta esta mesa. Hace tiempo que no juego. Apago el cigarrillo, ya hay demasiado humo en la sala. Las bolas ya están en su sitio. Le miro a los ojos, me sonríe. Disfruta, lo se. Vuelvo mi mirada a la bola negra, la hago rodar, quito el triángulo.

Estoy sentado en un  silla, en una mesa donde están nuestras bebidas y cazadoras.  El suelo está lleno de colillas.  Hace su tirada. Rompe la posición perfecta y hace las ralladas. Joder. Ríe, me mira y sabe que estoy incómodo. Esto cada vez es peor. No me gusta jugar de esta forma. Pero al menos esto ya me gusta más. Ya va por la tercera bola consecutiva. Esto no es bueno. Bueno, si falla, nos reiremos un rato.

Me mira, se detiene. Yo la enseñé a jugar. Le gustar ganar, claro, ella es el destino. Se acerca, se sienta en la otra silla y me coge de la mano. Hoy no me mira triste, hoy no es curiosa, hoy no es alguien, hoy es ella.

Me tiende la bara, contemplo la bola blanca. Sin marcas, está perfectamente pulida. Es una bonita noche de primavera. La golpeo con fuerza.Cae la amarilla, voy a por la roja. Una detrás de otra, no hay nada que me distraiga. La temperatura sube. Me centro en la mesa y ella se acerca y me acaricia y me agarra con fuerza y me muerde en el cuello. Me centro. Nada ni nadie, ahora es todo silencio. La negra mi próximo objetivo. La entro, perfecto. Gano, ella pierde. Me ha defraudado y me ha dejado ganar. La pienso devorar. Adiós y buenas tardes.

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