Grito Vacío
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domingo, 3 de junio de 2012

Calipso y Odiseo

No siento que en mi pecho aflore nada, no siento ni el color del viento. Me gustaría oler de nuevo el perfume que se esconde en tu cabello. Besarte cerca del cuello mientras te agarro de las manos y entrelazamos nuestros dedos. Tensas los músculos, te estremeces cuando me acerco más a tu espalda. No sé que pinto yo abrazándote esta noche de verano. Tampoco sé que pinto besándote en el cuello mientras miras la playa y con tus pies garabateas la arena. Esperamos juntos el amanecer y cerca de nuestros cuerpos, se encuentran los restos de una vieja hoguera. Las pocas llamas que quedan fueron testigos de nuestras caricias, nuestras palabras acalladas por su suave crepitar. 

No busco repetirme, pero ya no quiero beber más vino. No necesito ron para las heridas que me quedan, solo un poco de zumo de limón para despertarme de este sueño. No quiero estar viendo así el cielo, quiero ver tus ojos y besar la palma de tu mano. Tu olor a sal, tu piel se vuelve cristalina. Una leve capa de arena te envuelve y te protege de mis manos. Tan cerca y tan imposible de acariciar. Así que me rindo y me tumbo en la arena. Alargo el brazo y me acerco los restos de tabaco y algo de papel. Te giras hacia mí. Tu pelo se vuelve viento y posee el color de la madre tierra. En tus ojos sigue esa luz brillante y rebelde. Sigues desafiante, pero esta vez te envuelve esa aura que te da la victoria sobre mí. Tienes el semblante serio y el sol emerge de entre las aguas sin detenerse. Me enciendo mi cigarrillo y no puedo apartar mi mirada de ti. 

El sol nace de entre tus piernas, sube por tus caderas. Marca tu silueta volviendo tu piel morena y ardiente. Dan ganas de arrancarte la ropa de un mordisco y llevarte a la arena. Tumbarte entre el ir y venir de las olas, acariciar tu pelo empapado y morder suavemente los labios. Pero no es que no lo pueda hacer, es que tu tampoco querrías que te agarrase de la mano. Sigo igual de frío que siempre. Pero entre mi toalla busco mi sombrero y mis gafas. Se que me tengo que marchar. Tu has de encontrar tu destino en el mar. Yo ya renové mi pacto con Lucifer. Una porción menos de alma si siegues conmigo en la arena tumbada. Pero pagué el precio y estás levantada. Me miras y te acercas y me besas en la frente. No entiendo por qué empecé esto si ya conocía el final. Te miro aturdido, siempre te ha gustado mosquearme. Para ti es un juego serio, para mí, la vida. Me gano la vida vendiendo y robando sueños. Soy bufón entre bufones, pero respetado entre reyes. 

Pues tú ya tienes el viento entre tus labios, el agua entre tus manos, ¿para qué sigo a qui?. Ya no eres viva, eres inmortal.

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