Grito Vacío
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lunes, 11 de junio de 2012

El tiempo fluye quieras o no

Andando entre los pliegues del tiempo busco una sonrisa que eclipse las estrellas. Esa sonrisa que cure las lágrimas y las convierta en vidrio de colores. Me gustaría besar esos labios pero ahora no tengo tiempo. No se si quiero arrodillarme en esta lluvia. Pero a pesar de todo me siento delante de la hoguera mientras viejos diablos cuentan  sus últimas hazañas en los bares. Bebiendo cerveza y fumando ante la luna y escuchando los lamentos de su reflejo en el gran charco.

Rebusco en mis bolsillos y no encuentro ningún chicle de fresa. Lástima, me enciendo otro cigarrillo. Me pongo mi sombrero y mis guantes. Es hora de moverse, ya no me siento cómodo. Hace días que no llueve, hace días que no sopla el viento. Pero hace días que este día sabía yo que llegaría. Era cuestión de tiempo. Sonrío de nuevo al sol, no se podrá quejar, con lo que hemos pasado y que la puta rivalidad aún no haya menguado.

No se si será por el tacto del suelo bajo mis pies pero encuentro el camino más blando. Me subo a lomos de un caballo con complejo de pony. Acaricio su crin y monto a pelo en dirección norte. Veo los edificios asomarse por el horizonte, llego a casa. Vaya, pues sí que ha cambiado. Se ha vuelto más grande. Bajo del caballo y hecho a correr hacia las puertas con prisa. Miro mi reloj y veo que aún son las doce del medio día. Joder, mis pulmones me ahogan, coño esto de fumar ya no es tan placentero. Así que me adentro entre los callejones y me acomodo dentro de una taberna. Tiro mis cigarrillos al suelo y antes de llegar al suelo ya no estaban allí. Bueno, mejor para mi salud. Apuro mi cerveza y salgo corriendo hacia la fuente. El humo de los coches, toda la maldita polución, joder que gusto es volver a casa. Me vuelvo a poner la máscara de lobo y dios solo sabe que nadie me podrá apartar de mi camino, ahora que voy a tu encuentro princesa, soy de acero.

Cojo otra bocanada más de aire y salto más alto, vuelo sobre los coches. El grito de los hombres y mujeres, la cara de asombro de los niños al ver a uno de los suyos sonreír y saltar por encima de su barro ya seco, con una capa verde, si camisa y con un trapo en la cabeza. Con luz de vida llena en mis ojos y con fuerza en mis piernas voy a romper el cemento a patadas. Saltaré sobre el mar de asfalto...

Y te encuentro sentada con tus vaqueros y tu sonrisa al verme asomarme de entre las cabezas. No puedo evitar sacar mis alas y echar a volar. Veo la luz del sol y sin mirar al cielo. Te tengo en mis ojos y nadie podrá hacer que salgas. No llores porque me fui, no llores porque eres hija del viento. No llores porque no te pude besar. Eres hija del viento. Ahora eres dama, además te has vuelto morena y esbelta. No tuviste que esperarme. Eres la que manda, la que juega las piezas. Diriges la partida, yo solo soy una pieza. Yo no soy nadie, solo mendigo sonrisas y arresto lágrimas en un vaso. Soy el narrador del encuentro de la princesa y el chulo.  

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