Oh dios mío, si no fuese por estos
ratos y los del váter. ¿Dónde podría dejar mi mente vagar? ¿Qué haría con mis
pensamientos? Pienso que no es muy higiénico guardártelos para adentro. Sería
parecido a guardarse el papel después de masturbarse y luego no lavarse las
manos.
¿Qué haría yo para descargar toda mi
frustración? ¿Quién aguantaría toda la mierda que tengo metida en el cerebro?
Solo veo sombras en los rostros de mis semejantes. Sonrisas postizas y palabras
de paja. Tan postizo todo que me da repelús y creo que es contagioso. Cada vez
que me descuido, me doy cuenta que yo hago lo mismo. Me molesta mucho. ¿Por qué
fingir una sonrisa? ¿Por qué dejar caer lágrimas por algo que no sientes?
Luego está el puto libro. Miro el
borrador, corrijo y leo; y si eso escribo un cacho más. Pero lo único que me
divierte, es putear a los personajes. La magia es un elemento más, sí. Eso, un
elemento que en verdad trae más problemas. Genera codicia, problemas y miedos.
Por más pura que sea, cualquier personaje intenta domesticarla. ¿Quién es capaz
de amaestrar a una tormenta? Nadie.
Hasta en mi zona de confort estoy incómodo.
Me agobian los muebles y las paredes. Hasta el olor del aire me molesta. Yo que
sé. Sin estos ratos y los del váter tal vez sería mortalmente normal o ya
habría estallado. Begh.
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