Grito Vacío
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miércoles, 5 de agosto de 2015

Otro relato aparte

   Miro a la calle y un transeúnte me devuelve la mirada algo irritado. Hoy hace un sol que brilla con rabia y el aire caliente se vuelve cada vez más espeso. Ando por la calle pensando en mis cosas. Las más recientes. Me agobian pesadillas en la noche y de día, los malos pensamientos me abordan. Cuanto más quiero más pierdo. Cuanto más dura es la apuesta más pierdo. Tal vez sea por mi mala suerte o porque me confié demasiado. La suerte nunca estuvo de mi lado, hoy tampoco. Más me vale recordarlo.

   El sudor empapa mi frente y con un pañuelo me seco. Otro día en la calle buscando que hacer, un día más pensando en donde llevar estas ganas de hacer algo, algo bien. Mi negativismo a condicionado mi forma de ser, de pensar. No puedo permitir que esta sensación se apodere de mi. Pero sigiloso y cauto se ha conseguido colar de nuevo en mi. Las luces del ocaso ya no son las mismas cada día que las miro. Y aunque cada día sea distinto, mi forma de andar es la misma, cansado y pensado. 

   Tal vez sumergirme de nuevo en la fantasía para recobrar algo de aquella magia, me devuelva la esperanza cuando esté en pena, quizás sea lo mejor. Pero no. No debo caer ante la evasión de mis días. No puedo recluirme. He de enfrentarme a mí mismo y al reflejo que me mira cada mañana. Todo esto pienso y luego no hago nada.

   Serán los veinte años que llevo a la espalda, que tampoco son muchos, pero he visto demasiado. Tal vez sean pocos para comprender las cosas. Mi inmadurez también me condiciona, mi dependencia a mis ratos de soledad me hayan vuelto huraño. Pero las personas que no escuchan, me molestan. Las que escuchan poco pueden hacer para ayudar. No dependas de nadie, si puedes hacerlo tú. Es lo que estoy aprendiendo ahora. Ser débil de corazón, no me da excusa para no enfrentarme a mis demonios. Ni para escaparme de mis responsabilidades. Frente a mí se extiende aún, un sendero largo y sinuoso. Reconozco que tengo miedo.

   Estaré pensando demasiado o estaré pensando mal, me habré saltado algo. Pero no veo muchas luces en este hilo de pensamiento. Poca coherencia. Pero son mis pensamientos, pese lo que me pese, no puedo renegar de ellos. Y aunque lo odie, es mi odio. Aunque lo repudie, es mi repugnancia. Aunque lo ame, es mi amor. No puedo renegar por siempre de mi mismo, ni de mis errores.

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