Grito Vacío
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domingo, 7 de junio de 2015

Capítulo 2: Vacío e innombrable ( I )

“Dice ser el más fuerte, dice ser el más inteligente. No tiene miedo, ser invencible. Pero yo solo veo a otro hombre con miedo a la muerte.”
              
Me dolían los brazos, las piernas y creía que mi cabeza estaba colgando. Me sentía como una muñeca de trapo. Tuve un sueño, no sabría si llamarla una pesadilla. Recuerdo que estaba una sombra en una caja de cartón. Estaba la sombra triste sentada y observaba el infinito. No tenía ojos, lo recuerdo pero lo que creo que era su rostro me miró y sentí un escalofrío. Sentí miedo y asco por aquella sombra tan insignificante. Tan pequeña y quebradiza, pero aun así me hacía temblar. Su forma de mirar me partía el corazón. Me hacía llorar como un niño que no encuentra a su madre. Me hacía sentir insignificante. Me hacía sentir, que yo no debía estar allí.

Y de pronto abrí los ojos. Estaba en un calabozo. Un hombre con bata blanca bajaba por las escaleras. Me observaba.

-Hola, señor… ¿Muñóz? Debería poder escucharme. Si es así, cierre los ojos dos veces.

Me di cuenta que tenía el cuerpo paralizado. Esperé.

-Sé que usted está despierto. Lo sé muy bien. Así que escúcheme, deberá tomarse los medicamentos que he dejado a su izquierda. Tómelos cuando pueda. Y que el guardia no lo sepa. Nos han dado órdenes de no suministrar medicamentos a los presos.

Le miré a los ojos. Unos ojos profundos y tristes, el cabello gris y una bata tan blanca que parecía tener luz propia. Tenía un rostro afable, pero me descolocó su sonrisa. Conmovió mi corazón.
 
-Pareces joven –se encendió un cigarrillo, aspiró el humo como escogiendo las palabras y se decidió-. Antes, nosotros curábamos a cualquiera. Los que estudiamos para esto, queríamos salvar vidas. Pero desde el Cambio… todo se fue al garete. Una lástima. Tantos medicamentos que se tiran y tanta gente muriendo porque no los puede adquirir… Lo siento, estoy desvariando. Tómalo. Te sentirás mejor.


Se fue cojeando. Era alguien peculiar. Tomé como pude los medicamentos que me dejó. Me volví a acostar. Esta vez, soñé que volvía a encontrarme con Natalia el primer día que la encontré en casa. Vi perfectamente sus labios rojos, su cabello ondeando. Vi sus ojos verdes mirando por la ventana. Era como una elegante espada. Tan fría y tan mortal. Me miró y me arrodillé para besarle en la palma de su mano. Puso sus labios en mi frente y cerré los ojos. Me dejé llevar hasta que escuché una voz y el hedor a alcohol…

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