Grito Vacío
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jueves, 12 de febrero de 2015

Allí, frente a ellos

Una voz me susurraba al oído. A cada paso que avanzaba, más fuerte me hablaba. Me hablaba con tranquilidad, con tono desenfadado. Hasta que me embargo una sensación de calidez. Miré al micrófono ahí plantado y desafiante. Me retaba a un duelo. Y yo esa noche no me sentía feliz. Me embargaba la frustración. Aún así me miró y ante mí se encendió un foco. Era yo... No, ese era YO. Y aunque sabía que aquella era una trampa, me humedecí los labios en el frío whisky. Miré hacia delante evitando a aquel instrumento endiablado. Accedí a la apuesta. Otra vez arranqué la sangre seca que me cubría las heridas. Besé cada una de ellas.

Esa voz me volvió a susurrar con tal fuerza que poseyó mis palabras. Dentro de mí un torbellino se desataba. Era un huracán de recuerdos, de sensaciones... Joder... 

[...].Y yo la miré, aquella noche la quise para mí. Un entretenimiento personal. Un juego de tira y afloja. Ella que era tan ligera como el humo, tan terrible como el océano y aún así me invitó a una cerveza. Y ahí me cameló. JAJAJAJA ja.

Me miraba cada vez que no le prestaba atención. Eran entretenidas aquellas pullas con las que pretendió hacerme tambalear. Y aunque me nombró como mentiroso, liante y parlanchín, yo me incliné a besarle la mano. ¿Qué más iba a hacer? Era eso y muchas más cosas. Divagamos sobre la libertad, del futuro y sobre el precio de la cerveza. Sospesábamos nuestro destino con chupitos de tequila y aún así puros e inocentes. De la mano tímidos, separados grandes amantes.[...]. Ella me regaló su sonrisa y ahí, en ese instante me perdí. Y seria mentir si digo que me arrepiento. 

Apostábamos, yo la cubría besos y caricias y ella bailaba para mí. Aquel calor tan fugaz, aquel sudor y aquel aroma, mmm... No hay vino ni carne que me hubiese hecho sentir aquel placer. El mirar su piel tersa y bronceada, me apetecía morderla. Y así lo hice, claro con delicadeza. JAJAJAJA ja. Ella me arañaba y con orgullo yo sangraba para ella. Y aún con mi coraza de hierro negro y sus vaporosos vestidos. Ambos fuimos heridos. ¡Qué jóvenes éramos![...].

Y he aquí el motivo de nuestro herida mortal. Ella hija del viento y yo hijo de la piedra. Y aunque me aventuré por las montañas más altas para alcanzarla, ella obedecía a su naturaleza. También herida, también impotente lloró en silencio. Para dentro. Y ambos por dentro perdimos algo de nuestra magia por algo de experiencia. [....]. Y aunque volviésemos a nacer, nos volveríamos a enfrentar, a besos, a mordiscos... o al ajedrez. Ella enfrente a mí. Apostando su tiempo a cambio de otra par de palabras y un poco de pan. Yo por darle, le daría... JAJAJAJAJA ja, pero si no tenía nada más que historias que contar. Pero ella lo sabía y aún así aceptaríamos. Muy lejos, pero siempre cercanos. Y aunque en alguna ocasión desayunásemos diamantes, no sabría como responder.

Y me qué ahí plantado, aún recogiendo el estropicio de mi corazón... ¡Qué desfachatez!...Espera, ¿cómo que "qué desfachatez"?... No, hay veces que hay que decirlo bien. ¡Joder con el puto viento! Ahora, toca terminar el trabajo. Aún tengo balas de plata y dinero para un último whisky. Aún les quedan muchos km a mis botas y yo aún no he muerto. ¡JODER!


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