Grito Vacío
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domingo, 20 de octubre de 2013

Yume

Ella me contemplaba y me decía que no con la mirada. Me observaba, hablaba. Era curioso, éramos similares, nuestros gustos coincidieron, bastante curioso. Anduvimos siempre en línea recta y la conduje a un bareto mientras hablábamos. Esa noche quedé con ella, para ver sus ojos y conocer sus sueños. Esa noche quería ver como era ella en realidad. Supongo que tengo el talento de conocer gente con aspectos interesantes. No me equivoqué.

Le dije de tomar un par de cervezas, un encuentro sin ellas no es un encuentro. Entre risas y las horas, no me atreví a mirarla a los ojos. La observaba mientras hablaba, su silueta no era atractiva era sencillamente adictiva. Y ella tenia su sonrisa. Me emborraché entre copas y palabrejas que ella dedicaba a las horas. No se si era por la cerveza pero a cada paso su esencia era cada vez más sencilla y hermosa.

Y llegó el momento, ella lo tenía en sus manos. Mis esfuerzos tenían una recompensa. Mi anhelado deseo de leer su cuaderno. Pero por alguna razón que no conseguía entender, ya no me complacía tenerlo en mis manos temblorosas. No me podía concentrar, no supe leer. Leí solo frases, frases sobre la carne. Oraciones de amor y sueños. El vello de mi nuca se erizó...

Eras el emocionante solo de guitarra que a las masas las hacías bailar. Eras el poema de un solo verso que le dedicó un ave a sol. Eras bella. Eras la misma luna que traía consigo a las mareas. Y ahora, ¿qué más quieres ser?

Pero tú te marchas y yo vuelvo a conversar con el viento. Y ahora solo quiero recordar algo que nunca ocurrió. Por eso te llamaré Yume, la hija de un sueño.

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