Grito Vacío
this site the web

jueves, 13 de noviembre de 2014

Ya no es tiempo para cuentos

Estaba yo tomándome un café tranquilamente mientras observaba como la gente pasaba y con ellos el tiempo. Estaba perdido entre mis pensamientos cuando el sol ya se ponía y yo sin comer. Me fui a casa cuando de pronto el brillo de las farolas alumbró mi paso mientras me encendía un cigarrillo. No sabía que hacer al llegar a casa. Leer seguramente o intentar de nuevo ponerme en forma. Todo en vano.

Y en un profundo sueño caí... Una voz me susurraba:


-¿Qué haces ahí parado? Este cielo azul esta demasiado alto para ti. Tus pequeñas alas no soportarían el feroz viento de las alturas y serías otro títere, como el polvo. Serías arrastrado, tus alas se romperían y caerías. 


Su voz grave lentamente se colaba lentamente como el frío en invierno en mi pecho. Tenía miedo, no por su voz, ni por aquello que me decía. Eran sus ojos, no me miraban con malicia, ni desprecio. Era más bien inquietante. Sus ojos estaban clavados en los míos. Cada palabra, cada pausa calaban más hondo en mí. Sentía miedo, frustración.

-Eres débil, vagas perdido. No tienes ambición y así no llegarás muy lejos. Alguien te encontrará y con suerte desaparecerás arrastrado por sus actos. Tu presencia expirará y nadie te recordará. Verte andar furibundo buscando un lugar para ti, es muy patético. Eres débil. 

Quería salir de ahí, estaba harto. Quería hacer que callase... Las lágrimas corrían por mis mejillas y entre los llantos me descubrí tendido en la cama. Aún con el resonar de sus palabras en lo más profundo de mi mente, salí de casa. Quería que el frío invernal me diese una bofetada para despertar, quería gritar, quería romperlo todo. Pero si lo roto no se puede reparar, me arrepentiré.

Es cierto que no tengo un propósito, no siento el fuego de la juventud en mi corazón. No encuentro motivos para beber, ni para llorar. El vacío en mí, me mantenía alejado de todo. Del dolor, de la alegría... Pero al salir por la puerta de casa me ajuste mi máscara. No podía salir sin ella, yo tenía un nombre, una reputación... un papel que interpretar ante el mundo. 

Con los ojos apagados, con una sonrisa ladeada y una chupa de cuero eran elementos esenciales. Lo que era yo , ahora solo queda un suspiro. He perdido mi luz, mi guía y no me queda esperanza para presentar batalla. He perdido contra mí mismo y no me queda nada ni nadie que me ayude.

Y otra vez estoy sentado tomándome un café de máquina mirando a la gente pasar y con ellos las horas. Tanta impotencia...

Me hace enfadar verlos a todos tan insensibles. El mundo se muere y yo con el. Ya no son tiempos para los cuentos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 

W3C Validations

Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Morbi dapibus dolor sit amet metus suscipit iaculis. Quisque at nulla eu elit adipiscing tempor.

Usage Policies