Grito Vacío
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martes, 18 de noviembre de 2014

Diseccionar el método.

[¿Qué es lo que quiero escribir? Aunque sea aleatorio, no voy a justificarme. Todo lo que pienso mientras miro la pantalla es lo mismo que estoy escribiendo.] No se que puedo escribir para dejar salir mi ira. Quiero gritar, pero no tengo voz. Quiero correr pero mis piernas no responden. [Ahora estoy dentro del fluir de las palabras. Aún es suave y ligero como un susurro, como el primer beso en los labios. Como el bailar de un pétalo mecerse con el viento. Delicado, pequeño... latente.] Aun sentado mirando como las cosas cambian quiero levantarme y salir de aquí. Quiero caer del árbol y ver mundo. Quiero tener mi mundo, mi destino y aunque sea un poco quiero vivir. [No... ahora no quiero volver a perder ese susurro. No quiero que se rompa el frágil cristal, no debo exhalar el humo aún. No estoy satisfecho...] Y por eso no estoy satisfecho, no tengo razones para estarlo.[Subo el volumen]. Me duele, me duele el corazón con solo escuchar el bramar del viento. Él puede enfurecerse, puede descargar su ira con el mundo trayendo consigo nubes de tempestad. Es fuerte, es libre y nadie vuela como él. Me da tanta envidia, que mi de mi pecho un pregunta habita una pregunta...¿Y porqué no puedo yo también...?

[Es el silencio lo que llena mi mente. La quietud de la superficie de un lago helado. Por dentro aún hay vida que lucha por salir. No se lo que traerá cuando el hielo ceda. ¿Seguirá el silencio? ¿Olerá a cenizas?] Pero cargado con pensamientos intranquilos que me hieren como agujas, me fumo un cigarrillo, no la distancia. Es físicamente imposible. No tengo nada más que alegar si mi crimen era avanzar. Y sin carisma ni un enemigo jurado, yo no puedo ser un protagonista y menos un héroe caído. No tengo nada, no soy nadie. [El fluir se ha detenido y me ha dejado en la orilla de nuevo...]



Y es cuando cierro los ojos, es cuando me levanto de la silla que mi mente despierta y las voces surgen en mi cabeza. Pesados giros de los engranajes resuenan al compás de las voces y otra vez llega el fluir de las letras. En momentos como estos siento que mi sangre se vuelve tinta y mis manos lápices de  todos los gramajes. Mi ordenador se vuelve de papel mientras reordeno las palabras. Apunto en una dirección y voy dando tumbos hasta llegar a la meta. Donde culmina con un punto final. 

Duras y frías, hasta las palabras contienen en ellas encerrado el secreto del acero y los nombres de aquellos que temen que salga a la luz. En ellas se esconde el calor del fuego. Porque aún sin ser perfectas, mi mente siente el fluir de esa fuerza. Aunque pierdan con la verdadera realidad, con solo decir hierba, me transporta a mis días de verano tumbado bajo la sombra de una palmera. Su olor, la brisa del viento, el sol... Todo trae consigo una infinidad de olores y sensaciones que me hacen vibras al compás de más letras. La danza de un títere bailando al son de unas teclas, de un susurro o del rasgar del papel. No hay miedo, no hay vacilación. Pero aun cuando tropiezo porque se traban, corrijo y vuelvo a estar en las alturas. Aún con vértigo por esta sensación me dejo caer desde lo alto del precipicio.


Perqué si jo vull escriure. Ho faré com ix i com em naix.

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