Grito Vacío
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martes, 19 de abril de 2011

Jak death

En las oscuras cavernas del infierno se encontraba un pequeño demonio, apartado de los demás solamente porque aprendió a usar la conciencia y aprendió a amar a sus enemigos. No le permitieron la entrada a los cielos por ser hijo del Caído, en el infierno era odiado por su juicio, que vergüenza. Nunca quiso cambiar, le gustaba ser diferente a los demás. Su  sonrisa pronto desapareció y se tiñó de rojo sangre. Sus hermanos le traicionaron y lo abandonaron. Supo desde pequeño que el odio de sus hermanos ya no era normal y para sobrevivir en un nido de culebras tuvo que ser la peor de todas. Sus gritos hicieron temblar las cavernas más profundas, donde Lucifer seguía tallando el rostro de un Dios que le desterró por lo que para él fue un malentendido. Aquel pequeño demonio se volvió solitario y temido. No necesitaba a nada ni a nadie. Su fuerza no tenía límites hasta el punto de que sus hermanos le odiasen porque ahora para ellos era ahora un monstruo. Pero esa brutal fuerza nunca le hizo falta usarla, solamente en momentos puntuales donde los ángeles que le rechazaron la entrada quisieron matarle. Pero ahora calzaba botas de fuego, en sus manos se contemplaban las eternas cicatrices y quemaduras que le hicieron más fuerte, en sus ojos había siempre la chispa de venganza y su mente fría hacía temblar el mundo. Los humanos fueron los únicos con los que no pagó su enfado, ellos no le hicieron nada. Pronto su sed de venganza se apagó, sus flamas le temían y se alegaron de él, fuese donde fuese la soledad de la muerte volvía a estar a su lado como una fiel compañera. Se preguntó a donde llevaba esa maldita venganza y pronto obtuvo respuesta. De pronto el tiempo paró y una figura teñida de negro apareció con un majestuoso caballo de un blanco tan puro que relucía, aquel ser le tendió la mano, sus cuencas estaban vacías, su cabeza estaba pulida y su capa negra ondeaba desafiando al viento, como un manto de llamas negras que se extendían hasta un punto indefinido del espacio. En su espalda reposaba una guadaña de un filo imposible capaz de rasgar el cielo con una caricia. Entre las sombras de aquel manto una mano fría y huesuda asomó y la tendió al pequeño demonio, <La sed de venganza nos acerca a nuestra bestia alejándonos de nuestro ser original>, el pequeño demonio subió a los lomos de aquel caballo y siguió al que ahora era su maestro…

1 comentario:

  1. Totalmente exuberante *-*
    Es una obra maestra...

    P.D.: De mitjan text pa ca avall tens alguna falta, CORREGIX ¬¬ k fa mal a la vista!!

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