-Tal vez os he aburrido mucho, dejad que
este anciano desvaríe un poco.
-No
que va, ha estado entretenida -dijo uno de los mercenarios, mientras ponía un
leño encima de las brasas.
-
¿Pero no hay más? -preguntó el otro.
-
Siempre hay más. Pero primero comamos un poco. Huele que alimenta la cazuela.
Mientras
uno de su bolsa sacaba varios cuencos, el más joven cortaba un poco de queso
con su puñal. El anciano, les miraba mientras que a pequeños sorbos tomaba más
vino.
-Me
gustaría poder usar magia sin que tenga que ser para luchar -se quejó uno de
los mercenarios.
-
La magia es peligrosa, supongo que te lo habrán enseñado. Las cosas que uno
puede hacer con ella, son maravillosas, pero a un alto precio. Aunque por lo
que tengo entendido la magia que se usa en batalla, no es tan perjudicial.
El
mercenario que estaba más alejado, traía consigo otra jarra llena de vino. Se
sentó y le metió un capón a su compañero más joven.
-Sirve
de una maldita vez, tengo hambre… -luego miró al anciano y dijo- No, no es tan
dañina a nivel mental. Pero también hay un precio. Nuestros cuerpos no son
capaces de sintetizar gran cantidad de magia, pero somos capaces de canalizarla
con bastante facilidad. Reforzar nuestros cuerpos y poco más. Pero hay quien se
somete a distintos tipos de experimentos, sobre todo en el ejército.
Un silencio incómodo, todo el mundo
había escuchado algún que otro rumor sobre cosas grotescas, pero el ejército…
Aquello era una cosa de la que no se quería hablar. Hombres que daban cualquier
cosa por defender su país o demasiado desesperados para encontrar algo mejor.
La paga era buena, había comida en abundancia, pero una vez entrabas, era muy
difícil salir. Muchos no volvían.
-
¿Estuviste en el ejército?
-No,
cuando era muy joven mi padre, me abandonó enfrente de uno de los cuarteles.
Solo era un niño, pero aun así me entrenaron como un soldado. Cuando tuve la
edad, me dieron a elegir. Y durante la noche antes de prestar juramento,
escapé.
Los
tres comieron en silencio, pasándose el pan y bebiendo vino y agua. El más
joven terminó el primero y por ello rompió el silencio.
-
¿Por qué es tan peligrosa la magia?
-A
pesar de que sea algo natural, la magia doblega a quien la usa. Actúa como un
veneno, se queda en los huesos y el cuerpo no es capaz de expulsarla con
facilidad. Su uso es adictivo y corrompe a quien no sabe controlarse. Por eso
hay pocos magos que llegan a viejos. Afecta a la forma de pensar, los defectos
los acentúa, a otros les hace escuchar voces… También hay quien se queda ciego
y hay quien no le pasa nada más que una simple urticaria. Pero esos son los
casos más leves. Pero hay un punto de no retorno, el cuerpo y la mente, mutan y
ya no habrá forma de escapar. Tu mente y cuerpo querrán más y más… Por eso es
mejor, mantener el control y no depender de ella.
-
¿Fumas? -preguntó el otro, mientras sacaba una bolsita y una pipa-.
-
Sí, traigo mi propia pipa y tabaco, -dijo riendo mientras el anciano repetía el
proceso-.
Ambos
se pusieron cómodos y el joven ya volvía con una cara perturbada.
-No
te preocupes por eso de la magia. Simplemente usa la cabeza. Todos estamos
contaminados por ella, pero cuanto más dependas peor. Además, usas magia de
batalla, así que no deberías preocuparte. Ahora siéntate y que el señor
continúe con la historia.
-Bueno,
por donde me había quedado… -dio una gran calada, la retuvo durante un segundo
y exhaló el humo por la nariz y la boca- Ah, ya…
Buenos días y siento no haber publicado nada últimamente, pero no me encontraba con ganas. No prometo nada pero se que seguiré subiendo más contenido. Muchas gracias por la paciencia. Por cierto, de vez en cuando subo algún trocito de lo que he llamado Diario de Irandi. Creo que os puede gustar, si a alguien le interesa que me siga en instagram. Bueno, hasta luego jajajaja